¿CÓMO ES EL SEXO SEGÚN LAS FASES DE LA LUNA?

En un mismo mes podemos ser brujas sabias, vírgenes empoderadas, madres amorosas y putas atrevidas. Aprende a reconocer quién te habita en cada etapa y cómo son sus deseos y formas de amar.

En cualquier libro de biología aparece que las hormonas juegan un papel importante durante el ciclo femenino y que los niveles de estrógeno, progesterona y testosterona fluctúan como el estado de ánimo y las sensaciones físicas. “A pesar de que suene hippie o a esoterismo, hay una variable que muy pocas mujeres tienen en cuenta: la luna. Que el ciclo lunar dure en promedio 29 días y el nuestro unos 28 no es mera coincidencia”, expresa Trilce Ortiz, creadora del blog y tienda erótica Ella y su sexo.

Quienes apoyan esta perspectiva sugieren que la desconexión con la naturaleza es la responsable de que no se reconozca esta relación astronómica. “Nosotras somos el primer calendario de la humanidad, al igual que la luna. Nuestros ancestros vivían al aire libre, sin techos ni luz artificial ni ropa ni zapatos y, tradicionalmente, se sincronizaba la menstruación con la luna nueva. Antiguamente, en las tribus indígenas, las mujeres tenían el periodo al mismo tiempo. Hoy, en tu oficina, aunque la de contabilidad te caiga mal, apuesto a que coinciden en su ciclo, porque tu sangre menstrual es un tejido: el endometrio, que se forma todos los meses y precisamente nos recuerda que estamos conectadas, que la sabiduría innata femenina es muy poderosa”, relata la antropóloga y educadora menstrual Isis Tíjaro.

Para la experta, el hecho de que el útero vaya cambiando en su interior ofrece una metáfora directa con las transformaciones lunares. “Se sabe el efecto que estas tienen sobre las aguas. La energía sutil es real. Además de que el cuerpo humano es predominantemente agua, durante el ciclo nosotras tenemos diferentes aguas, así muchas no reconozcan sus flujos vaginales como algo sano y recurran a diferentes tratamientos medicinales”.

“Por algo los capitanes de barco suelen recomendar no navegar en luna llena”, agrega la terapeuta holística Karina Flandorffer, a quien una década dictando talleres a más de 3000 mujeres la motivó a publicar su libro Brujas, vírgenes, madres y putas. Las amo a todas, una guía para que las lectoras le saquen provecho a cada una de sus fases. Las especialistas reconocen que existen incontables maneras de interpretar la menstruación, pero su común denominador es que aluden a lo cíclico. Hay explicaciones desde los cinco elementos, las estaciones del año y abundan los arquetipos como el de la anciana, la amazona y la prostituta intelectual.

En el best seller ‘Luna Roja‘, la escritora Miranda Gray estructuró cuatro: la bruja, la virgen, la madre y la hechicera. “Sin embargo, el nombre que se le dé a cada estado es lo de menos, la clave es entender que somos los ciclos de la tierra en nosotras mismas”, afirma Tíjaro, quien sostiene que, en consecuencia, la sexualidad puede ser diversa, variable y divertida.

LA BRUJA

El ciclo comienza con la menstruación que corresponde a la luna nueva, oculta y profunda. Esta fase encarna la posibilidad de desarmar y volver a construir, de limpiar lo que no sirve, como las emociones negativas. “En nuestros ovarios están despertando las semillas y es un momento que invita al recogimiento, a la interiorización. Por eso se le relaciona con el invierno”, comenta Tíjaro, quien prefiere referirse a la mujer de esta etapa como la sabia, que se caracteriza por su sensibilidad, su intuición y la capacidad de conectarse con su yo más íntimo.

“Ese tejido que es la sangre menstrual guarda la memoria de nuestro ciclo, lo que pensamos y sentimos. Eso explica por qué unos meses es más oscuro o espeso. Algunos recomiendan no tener relaciones sexuales durante el periodo pues el otro estaría accediendo a toda esa información. Muy pocas se atreven a explorar su sexualidad en este tiempo por asco o por pena y resulta que a veces los hombres son más relajados con el asunto. Lo cierto es que si se intenta, se toca el alma de la pareja y se experimentan orgasmos más profundos, en un sentido de conexión espiritual, en tanto estás bañando a esa persona de ti y compartiendo la energía sexual que es la más poderosa de todas, la creadora”.

La luna nueva invita a emplear esta fuerza en la visualización de nuevos propósitos durante el clímax. Para Flandorffer, vivir la bruja en negativo equivaldría a “anular el sangrado como sea, maldecir cada vez que nos llega el ciclo lunar, entrar en pelea con los cambios que ocurren o sentirnos sucias”. Ortiz da un consejo más: “Quienes tienen relaciones sexuales menstruando deben asegurarse de llegar al orgasmo porque alivia las molestias y relaja (como el sexo oral puede estar descartado, los juguetes o la masturbación son una buena opción). Ya están poniendo su cuerpo a trabajar cuando posiblemente lo que este pide sea un descanso… y se merece una gran recompensa”.

LA VIRGEN

Este arquetipo es conocido también como la doncella y se simboliza en la luna creciente, porque tiene de ella su claridad. Médicamente se habla de la fase folicular o preovulatoria. “Es la mujer guerrera que todo lo puede, la que florece como la primavera y se identifica por la vitalidad con que se dirige hacia sus metas. Está en modo intelectual, racional y es más exterior y corporal que en la etapa previa. Como las semillas empiezan a crecer y al mismo tiempo uno se expande, nos sentimos radiantes, llenas de energía y nos arreglamos más”, expone Tíjaro.

Gracias a su carácter independiente y ambicioso se le mide a cualquier desafío y no necesita de hombre ni de nadie. “Es una de las estaciones en que más nos masturbamos. Además, es propicia para probar una sexualidad muy divertida, explosiva, física y terrenal, en la que lo importante es el propio placer, el orgasmo de uno y no el del otro, y es muy fácil caer en el sexo casual sin compromiso”.

Aquí los preámbulos románticos no tienen cabida, se va a lo que se va. Por eso su cara sombría es el egocentrismo y el egoísmo. “Es el momento en que estamos más conectadas con nuestra energía masculina. El riesgo es que en la actualidad, debido a los códigos culturales, muchas quieren permanecer en este periodo, de la misma manera en que las mamás de antes lo pasaban casi que de largo”.

Flandorffer considera que quienes trabajan su virgen desde lo negativo se comportan en forma autoritaria, controladora o como eternas adolescentes. “Quizá se jacten de que se acuestan con quien se les da la gana, pero mi experiencia me ha demostrado que terminan destrozadas, porque al final del día cambiarían un ‘polvo’ por un abrazo”.

LA MADRE

Es el arquetipo vinculado a la luminosa luna llena que representa la ovulación. La mujer tiene el esplendor del verano y su energía es amorosa, capaz de servir, compartir y proteger. Es una buena oportunidad para impulsar proyectos, para el trabajo en equipo, para disfrutar las relaciones con los demás. “Estamos en el periodo más fértil en el que, lógicamente, la tecnología de nuestro cuerpo hace que tengamos la líbido muy alta. Después de todo somos mamíferas (aunque somos las únicas que no menstruamos y ovulamos a la vez), lo que hace que el manejo de nuestra sexualidad sea distinto. Ahora sí pedimos que nos ‘hagan el amor’ y el sexo es más comprometido. Queremos que nos consientan, nos gusta el romanticismo y lo que más nos excita es que nos acaricien y digan cosas lindas. El previo tiene que ser cariñoso, nos encontramos en una vibración más emocional”, señala Tíjaro.

“A mis pacientes les digo que no caigan en el horror de convertirse en la madre de su compañero: él no se acostaría con su mamá”, enfatiza Flandorffer. Para la terapeuta, aquí los hombres tendrían que sacar provecho de estas expresiones de generosidad sin que eso implique volverse perezosos. Como afirma Ortiz, “siempre es buena idea que cada uno se aprendiera el calendario del ciclo de su mujer. En estos días más les vale a ellos prestarles atención, llenarlas de detalles, porque si no hacen bien la tarea se lo cobrarán a punta de reclamos en la próxima etapa”.

LA PUTA

Se le conoce como la hechicera o la sacerdotisa por su misticismo, magnetismo y pasión.“Me gusta llamar las cosas por su nombre. Las cortesanas que acompañaban a hombres poderosos sabían utilizar su energía sexual para hacer valer su opinión,mientras que las esposas se quejaban de que esas ‘putas’ hicieran lo que a ellas no se les permitía. Me refiero a la mujer libre de paradigmas castrantes, que reconoce que disfruta el sexo”, apunta Flandorffer.

Esta época está asociada a la caída de las hojas en otoño, pues el endometrio, en la denominada fase lútea, empieza a fragmentarse. La luna menguante ofrece a la mujer un tiempo de maduración y, por ende, inicia el viaje hacia su interior, con miras al autoconocimiento, y aumenta la conciencia de su poder creativo. “El lado sombrío es el del famoso síndrome premenstrual. Nos venden la idea de que no podemos lidiar con nuestras hormonas y que la solución está en una pastilla. Por eso, en esta etapa disfrutar de la sexualidad puede resultar complejo para muchas. Sin embargo, si lo logran, es muy erótica. Hay menos pudor, la líbido está arriba y dan ganas de explorar, por ejemplo, posiciones nuevas. Aquí, mejor que la pareja llegue con un vibrador y no con flores”,bromea Tíjaro.

u curiosidad antropológica llevó a la especialista a entender que hay otro momento en el ciclo, posterior a esta instancia. “No se tiene en cuenta, pero igual lo atravesamos durante un día y medio, cuando tenemos la certeza de que ya vamos a experimentar el sangrado. Entonces nos convertimos en la mujer voraz, estación de la oscuridad femenina. Su energía es perfecta para cortar de raíz lo que no se necesita, para acabar con esas relaciones que no aportan nada y a las que cuesta ponerles un punto final. Su lado sombrío es destruir lo bueno, volverse hiriente. Habría que aclarar que cada quien vive sus fases de manera única. Eso sí, todas pasamos por ellas, tanto la que es consciente de esto como la que no lo es, la que tiene útero y la que no, la que toma anticonceptivos y la que los rechaza. Somos cíclicas, somos varias mujeres en una”.

Erotismo lunar

La experta en sexo y relaciones, Trilce Ortiz, explica que la luna ejerce su influencia en ciertas zonas del cuerpo haciéndolas más sensibles, dependiendo de cada una de sus fases. Es por eso que en la literatura india existen manuales que proponen a los amantes tener en cuenta sus distintas caras para que las caricias sean más efectivas. Así se divide el ciclo en dos partes, cada una de aproximadamente 15 días, una para hacer énfasis en el lado izquierdo y otra para el derecho del cuerpo femenino.

El día 1 del calendario lunar (el que le sigue al día ‘sin luna‘, como se refieren en algunas culturas a la luna más oscura, la nueva), el punto de mayor excitación es la cabeza y el cuero cabelludo. “Un masaje con aceite de coco después de una jornada pesada es una gran idea. No hay necesidad de hipersexualizaras experiencias”.

El día 2 corresponde a la frente.

El día 3 es el turno de los ojos.”Se me ocurren mil cosas que hacer con ellos, desde vendarlos y rozarloshasta lamerlos”.

El día 4 habría que dedicárselo a los labios.

El día 5 las protagonistas son las mejillas.

El día 6 la zona erógena por excelencia es el cuello.

El día 7 no olvide las axilas.

El día 8 le toca a los pezones.

El día 9 es para los senos completos.

El día 10 descubra el poder de su ombligo.

El día 11 la atención debe estar en la zona púbica.

El día 12, ¿qué tal acariciar las rodillas?

El día 13 el poder sexual está en los tobillos.

El día 14 los pies quieren ser mimados.

El día 15, de luna llena, son los dedos de los pies los que necesitan más cariño.

A partir del día 16 se reinicia el ciclo, pero a la inversa, de manera que empieza con los dedos y termina en la cabeza.

Sincronía luna-mujer

“Llegan a consultarme mujeres que me preguntan cómo acoplar su ciclo femenino con las fases lunares y ni siquiera han investigado si está en creciente o en menguante”, cuenta la antropóloga Isis Tíjaro. Para ella lo esencial no es que la menstruación de todas tenga que coincidir con la luna nueva, sino aprender a escuchar el cuerpo. Se trata más bien de un trabajo de autoconocimiento, de conectarse con la naturaleza y ver qué puede aportar este satélite en cada una de sus transformaciones.

Trilce Ortiz, experta en relaciones de pareja, tiene sus propios tips para potenciar esa conexión. “En mi casa, los espacios emulan la luz de la luna. Cuando está llena, los ilumino más, pero no al punto de que parezca de día. Me gusta ubicar lámparas a la mitad de las paredes que ofrecen una iluminación tenue y sensual. En esa etapa trato de salir mucho a recibir de manera más directa su influencia. Cuando es nueva uso velas, un ambiente que invita al recogimiento”.

Fuente: http://www.fucsia.co/edicion-impresa/articulo/sexo-segun-las-fases-de-la-luna/77225

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