¿Cómo influyen los movimientos hormonales en el deseo sexual?

Los cambios hormonales durante la menstruación y cómo se vinculan con el deseo -o rechazo- de la pareja amorosa o sexual.

La materia viva no se mantiene con un movimiento lineal, sino que tiene oscilaciones rítmicas sistemáticas. Por lo tanto, podemos decir que la cronobiología es el estudio de los fenómenos biológicos que se expresan con un patrón rítmico, ejemplo: las secreciones hormonales, el metabolismo corporal, la temperatura, el sueño, la alimentación, el sexo (etapas de celos en lo animales), etc.

El ritmo que sucede en el desarrollo del tiempo es una propiedad fundamental de la vida.

Hay distintos tipos de ritmos:

Circadianos: (24 hs) temperatura corporal, sueño/vigilia, ciclos hormonales.

Infradianos: (24 hs) algunas secreciones hormonales.

Ultradianos: (24 hs) los ciclos menstruales.

Circanuales: (anuales) el ejemplo es la reproducción de algunas aves y mamíferos.

Estos ritmos demuestran que existe un reloj biológico que regula la actividad del organismo en sincronía con el ambiente, ejemplo: la relación con el ciclo luz/oscuridad, presión atmosférica, temperatura externa, ciclos lunares, etc. El principal sincronizador endógeno de las secreciones hormonales es el hipotálamo (pequeña región del Sistema Nervioso Central, localizado por encima de la hipófisis o pituitaria). Cada día de nuestra vida repite el ciclos que comprometen diferente hormonas (ejemplo: la melatonina que induce el sueño) o el cortisol plasmático que media en diferentes procesos como el despertar y el estar alertas al entorno. Todas las hormonas tienen su biorritmo, pero las que más influencia tienen sobre el deseo sexual a lo largo del ciclo menstrual son los estrógenos y la progesterona.

Factores culturales y deseo

El deseo sexual está muy influido por factores psicológicos, sociales y culturales. Y en las mujeres este influjo de las normativas externas y naturalizadas como propias en la construcción subjetiva de género ha sido decisivo a la hora de relacionarse con su propio cuerpo y su sexualidad. Sexualidad y género femenino establecieron durante siglos una alianza a merced de normativas patriarcales. No obstante, los cambios que resultan en una expresión más libre de la sexualidad, existen ritmos que están sometidos a reglas biológicas, sujetos también a modificaciones que cursan en forma mucho más lenta que las que inciden en el mundo subjetivo femenino.

Es posible que en un futuro la expresión genética que regula estos ciclos se transforme por la presión cultural (se denomina epigenética a las modificaciones biológicas provocadas por el medio). No obstante, las mujeres están más sometidas que los hombres a las reglas hormonales, sin embargo, esta condición biológica no debe ser motivo de obediencia a las “reglas de la naturaleza” como algunos defienden a ultranza. Las mujeres saben que pueden regular sus deseos, comunicar, pedir, guiar a sus cuerpos y sentimientos en pos de la congruencia interna.

Hormonas femeninas y deseo

El ciclo menstrual tiene tres fases:

1. menstrual (hemorragia menstrual que se produce hasta el 5to día aproximadamente;

2. estrogénica (desde el día 5 hasta el día 13, se caracteriza por la producción de estrógenos) y

3. fase progestacional o lútea (desde la ovulación hasta el caída del endometrio en forma de hemorragia). En esta fase se producen grandes cantidades de estrógeno y, sobre todo, de progesterona.

Los estudios demuestran que durante el pico ovulatorio las hormonas preparan el organismo para ser fecundado, con un incremento del deseo sexual y de las fantasías sexuales. Sin embargo, en este momento especial influye notoriamente el atractivo de la pareja y el tipo de estímulo que de este provenga. Es decir, que si la pareja no ayuda, no sugiere, no acompaña o hace poco o nada para provocar el encuentro es posible que el deseo no tenga modificaciones.

Las curvas del deseo según pasan los años

Entre los 11 y 15 años de edad comienzan un conjunto de cambios fisiológicos que alteran el cuerpo y las representaciones psíquicas construidas durante los primeros años. Aparece la pubertad con la revuelta de hormonas, ansiedad, inestabilidad, torpeza, conciencia de grupo y una sexualidad que lo abre al mundo con unas ganas inmensas de conquistar y ser conquistado. Además de ser una etapa que lo prepara para la independencia, la orientación hacia sí mismo y hacia los demás, diverge para fusionarse en los distintos papeles de género.

Las hormonas sexuales modelan el cuerpo de l@s jóvenes sirviendo de guía fisiológica para la identidad sexual. Los comportamientos orientan a l@s púberes hacia sí mismos: atentos a la aparición de caracteres sexuales externos, a la figura corporal, a variantes emocionales que acompañan la nueva imagen. Se refuerza la subjetividad asociada al género dando mayor solidez al marco de la personalidad. Será la identidad de género pieza indispensable en esta fase de la socialización. En las jóvenes los cambios físicos, la menstruación, las imágenes el nuevo cuerpo y sus posibilidades hacia el entorno extienden la dimensión de la sexualidad hacia un desarrollo cada vez completo. El deseo sexual está íntimamente asociado a esta nueva experiencia subjetiva de “comerse” el mundo, de aventura, de vértigo.

Con el paso del tiempo y la llegada de la tan mentada “madurez”, el deseo estará condicionado por la búsqueda de relaciones más estables y por el aprendizaje que deviene de otras experiencias amorosas. La adultez en algunas mujeres trae consigo el apremio por cumplir por el deseo de ser madres, y en otras, postergarlo, o bien aceptar que no existe tal deseo. Las pautas culturales sobre la maternidad siguen imperando sobre el deseo. Existen mujeres que ni se lo cuestionan, creen es un paso obligado en la vida de toda mujer. Por suerte, los cambios se hacen más ostensibles y aquella rigidez casi indiscutible que pesa sobre la feminidad hoy puede ser doblegada por el deseo personal.

El uso de diferentes métodos anticonceptivos, la posibilidad de postergar la maternidad en pos del desarrollo personal (o porque no es el momento de ser madre), así como la opción de ser madres sin pareja, madres lesbianas, o haciendo uso de otros métodos de concepción son formas diversas de encarar el deseo y el control sobre la fertilidad. Hoy las mujeres deciden sobre sus cuerpos reales y simbólicos liberándose de los estatutos que durante años regularon su fisiología y la representación subjetiva de la feminidad. El deseo sexual entonces, en esta etapa adulta se verá cada vez más liberado en la medida que exista esa congruencia interna entre lo que quiero y lo que hago.

La llegada de la menopausia trae consigo el mito de que el deseo sexual se verá disminuido por la baja de estrógenos, además de sufrir los cambios físicos, como la sequedad vaginal, sofocos, la fragilidad ósea, muscular, cambios en el estado de ánimo, etc. Sin embargo, la depleción estrogénica puede provocar dichos cambios sin influir en el deseo sexual. El cese de la fertilidad permite que muchas mujeres encuentren en esta etapa el mejor momento para sentirse más libres, sin el condicionante del miedo al embarazo. Los años suman experiencias que si se supieron aprovechar, es decir, convertirlas en un saber liberador, serán fuertes aliadas para vivir la vida con más plenitud.

Las molestias prementruales

Casi al final de la fase progestacional o lútea (días antes de la menstruación) la mujer suele sentir modificaciones en su estado de ánimo (labilidad emocional) así como molestias corporales (dolores pélvicos, tensión mamaria, etc.). Se denomina Síndrome de Tensión Premenstrual al malestar que aparece días previos a la hemorragia menstrual. Estas molestias ocurren en un 70 a 80% de mujeres y por lo general no tienen valor patológico. A diferencia del anterior, en el Síndrome Disfórico Premenstrual (5 a 8% de las mujeres lo padecen) surgen una serie de síntomas emocionales (irritabilidad, angustia, pérdida de energía, dificultades en la concentración, en la atención, etc.) además de síntomas físicos (dolor mamario, edemas, aumento del apetito, edemas, etc.). El síndrome Disfórico puede incapacitar o hacer muy difíciles la realización de actividades, además de provocar conflictos de pareja. La mujer sabe que durante estos días su “personalidad cambia” al punto de sentir que son dos caracteres diferentes, uno durante a la disforia y otro después. La consulta al médico es indispensable para tratar estos síntomas.

fuente: http://entremujeres.clarin.com/entremujeres/pareja-y-sexo/sexo/influyen-movimientos-hormonales-deseo-sexual_0_HkKPFFtEl.html

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