¿Realmente se disfruta el sexo con una ninfómana?

 

Aunque en la lista de las fantasías sexuales masculinas, una ninfómana es casi un trofeo tendido en la cama, tenga en cuenta que puede convertirse en todo un dolor de ‘cabeza’.

Ante todo, calma. Tómese todo el tiempo del mundo antes de contestar la siguiente pregunta: ¿le gustaría tener a su lado a una ninfómana? Es posible que su cabeza le esté diciendo en este mismo momento que sí. Que claro que sí. Que una adicta al sexo —una mujer que además de adicta al sexo sea hermosa— es la locura que usted estaba esperando desde hacía muchas semanas. Quizá desde hacía años. Tal vez desde siempre.

Por fin, pensará, se podrá entregar a la faena del sexo cuando le dé la gana. A la hora que lo necesite. En el minuto que su cuerpo lo reclame. ¿La carretilla? Vale. ¿El 69? Cuando quiera. ¿Una bajada al pozo sin recibir negativas? Siempre. ¿Menage à trois? Hasta menage à quatre, mi vida.

 

Ahora, deténgase un momento, analice con cabeza fría la situación y piénselo mejor: ¿de verdad le gustaría que su mujer fuera ninfómana? Con seguridad, si reflexiona bien sobre la cantidad de sexo que usted debería darle a su novia o esposa para que se sintiera satisfecha —cosa que jamás logrará—, su respuesta ya no sería la misma. ¿Qué delicia una adicta al sexo? Tal vez no: sexo en el carro, en el cine y en la oficina. Sexo al desayuno, a la hora del almuerzo y a la comida. Sexo para celebrar el gol de la Lazio y para compensar la pérdida del Aston Vila. Sexo a todas horas, en todos los lugares, en todas las posiciones. Sexo delicioso, inagotable, permanente. Sexo porque sí, sexo porque no, sexo porque también. Sexo hasta que la muerte los separe…

La teoría y la práctica a veces no son complementarias y, para el caso, lo que suena bien en el papel puede convertirse en un irremediable dolor de ‘cabeza’ en la cama. Y es que encontrarse con una mujer adicta al sexo puede distar bastante de esa increíble sacudida tipo atracción fatal con la que todos soñamos.

 

Entendámoslo: una mujer voraz y dispuesta, una mujer sin inhibiciones y frenética, una mujer que se contorsione en la cama y diga “más, más, más” puede llegar a ser un aviso de ‘peligro’ en plena carretera sexual. Mientras usted avanza feliz y dichoso por lo que aparentemente sería una superautopista de la satisfacción sexual, su cuerpo comenzará a reclamar más mantenimiento del necesario. Más gasolina en pastillas de Viagra.

Más líquido para frenos a la hora de contener la eyaculación. Más amortiguadores para resistir el incesante movimiento del chofereado. Una ninfómana, aunque vaya en contra de nuestras fantasías sexuales, tiene un apetito sexual muy por encima del promedio, y esto significa un comportamiento sexual compulsivo.

 

Sexo a la lata

A Verónica la acaba de terminar el novio. Una carta suya, escrita en Nueva York, confiesa que le hacen falta el cortejo, el juego y los roces con doble intención. Al igual que muchas mujeres que, tras terminar una relación larga, quieren volver a saberse deseadas, Verónica está dispuesta a abandonarse a una serie de desinhibidos encuentros. Citas pasajeras con tiquete al placer.

Ella, desde luego, quiere demostrarle al mundo que es una delicia; desea que alguien se lo diga y que, si es posible, alguien más se lo repita; anda buscando un juego que trascienda los roces y le exorcice los demonios, o mejor, que le permita sacar los demonios en una cama donde todo sea permitido. El problema de arriesgarse a jugar ese juego —y de convertirse en juguete— está en que quedará finalmente sola. Sentirá placer y será una experiencia inolvidable, pero al final estará sola acompañada por un sentimiento de insatisfacción.

Aunque es posible que ella ni siquiera lo sepa, los estudios demuestran que mujeres como Verónica buscan en el sexo —además de placer pasajero— una posibilidad de venganza. Vengarse del novio que no la hizo sentir. Vengarse de la pareja que la abandonó. Vengarse de no sentirse deseada y recurrir al sexo indiscriminado con cualquiera. No importa de quién se trate. Todos hacemos parte de los billetes de lotería que una ninfómana compra con miradas, besos y aceptaciones a comer con tal de encontrar algo de placer.

Según estudios, las mujeres que sufren de adicción al sexo tienen relaciones para arreglar todo lo que consideran malo en sus vidas. “Lo paradójico de este comportamiento —aseguran los especialistas— es que después de intentarlo sufren siempre de sentimiento de vergüenza, ineptitud y falta de valía’.

Cuestión de ego

Sin embargo, dar con una ninfómana no tiene que ser necesariamente malo. Algunos sexólogos afirman que, en tanto se trate de una mujer menos rígida, con menos miedos y con un mayor apetito sexual, es muy probable que “ella sea una mejor amante”.

A pesar de que existen casos en los que la ninfomanía ha llevado a algunos hombres a solicitar la nulidad del matrimonio, los reportes de maridos completamente satisfechos en materia sexual gracias a los insaciables requerimientos de sus parejas son innumerables. Ser un juguete sexual, afirman, puede llegar a ser más divertido de lo que comúnmente se piensa.

Ser capaz de hacerle sentir a su pareja que la desea, y que no importa cuánto tenga que esforzarce por conseguirlo, es —más que un dolor de ‘cabeza’— un motivo de orgullo y de convencimiento de la virilidad para muchos hombres. “Darle la talla a una ninfómana puede ser la mejor reafirmación para el ego de un buen amante”, explican los sexólogos. Las riendas del juego, al final, dependen no de ella, ni de su apetito, ni de sus ganas, sino de quien suministra el placer. Y el secreto está en darlo de la mejor manera posible.

Adictos al amor

Si bien en el mundo no existen estadísticas que hablen con precisión sobre el asunto, se sabe que por lo menos el 2 por ciento de la humanidad es adicta al sexo. Esto quiere decir que en un país como Colombia se podrían encontrar cerca de 84 mil personas con problemas de ninfomanía o satirismo (éste último, nombre dado a los hombres adictos al sexo).

Pese a que algunos tratamientos han dado buenos resultados en lugares como los Estados Unidos, los parámetros y los convencionalismos de gran parte del mundo hacen casi imposible pensar en un grupo de sexadictos anónimos que compartan su vida sexual de manera abierta ante especialistas.

Para Felipe Caballero —cabeza de uno de los centros colombianos especializados en el tratamiento de este tipo de adicciones— el hecho de que tras varios intentos frustrados aún no exista en Colombia un grupo de Sexadictos Anónimos es una clara muestra de cómo la ignorancia y los estigmas sociales casi que condenan a los adictos sexuales —llámense sátiros o ninfómanas— a no poder buscar ayuda. “En diez años he tenido alrededor de 15 pacientes que entran a mi consultorio buscando atención para problemas de este tipo y de esos 15, 12 han huido despavoridos tras la primera sesión”.

De cualquier modo, si usted se siente capaz de tolerar la marcha incesante que requiere una mujer adicta al sexo no desaproveche la oportunidad. Recuerde que, en últimas, el que busca encuentra y que el que encuentra finalmente es el que más disfruta.

Punto de vista
Por Aída Melo

Dicen que una ninfómana es una adicta al sexo. Una mujer que sólo piensa en tirar, con cualquiera, con tal de abrirse de piernas. Un hombre, cuando es adicto al sexo, cosa que ocurre en casi todas las ocasiones, no es un ninfómano sino un berraco. O sea, mientras la mujer es una puta el tipo es un putas. Así somos y qué le vamos a hacer.

Realmente la única conclusión que se puede sacar de esto es que las mujeres somos mejores polvos que los hombres. Porque si a los hombres les gusta el sexo, si sólo piensan en eso, si es normal que estén obsesionados con tirar, es gracias a que las mujeres les hemos dado lo que nos piden. En cambio, si una mujer, por algún exótico motivo, decide que le gusta tirar, que es fanática de andarse comiendo a cuanto tipo se le presente, tiene que estar loca. Ese es el principio de la ninfomanía.Básicamente, las ninfómanas han sido mujeres bien comidas, que quieren repetir la experiencia, y van por el mundo buscando quién sea tan amable de hacerles el ‘bis’.

Yo he sido calificada de ninfómana en un par de ocasiones, pero qué culpa tengo si el sujeto era buen polvo y eso es como una droga. Si acabo de tirar con él, voy a mi casa y me baño, y salgo de la ducha y lo llamo, y le digo en qué estoy pensando, no es para que se asuste y salga corriendo, sino para que me diga qué esta pensando él también. En pocas palabras, si la vieja le salió ninfómana, siéntase orgulloso. Tal vez, sólo tal vez, usted le enseñó cómo tirar, le provocó orgasmos múltiples, la encoñó. Mejor dicho, usted creó un monstruo.

ADICTOS A LAS ADICTAS, ¡Y QUÉ!
Por Paul Bazo

Si nos remitimos a la definición de ‘ninfómana’ que trae el Diccionario Planeta de la Lengua Española, el ejemplo que aparece para poner la frase en contexto no es muy afortunado, tristemente, para la gran mayoría de las mujeres. Veamos: “Ninfómana: hembra que padece ninfomanía. Las ninfómanas suelen quedar insatisfechas después del coito”. Y entonces, yo me pregunto: si una gran cantidad de mujeres dicen quedar insatisfechas después de las relaciones con sus parejas, ¿no será que en realidad la gran mayoría de ellas son ninfómanas? No será, más bien, ¿que ellas no lo han querido reconocer? De ser cierto —como ya muchos sospechamos—, yo estaría dispuesto a liderar un movimiento pacífico y revolucionario en favor de la verdad.

Los hombres hemos reconocido históricamente, con orgullo y gallardía, que somos unos desaforados sexuales empedernidos. La mayoría de nosotros moriremos convencidos de que las relaciones se deben basar en un 98 por ciento en el sexo, y 2 por ciento en otras trivialidades. ¡Y qué! Pensamos todo el día en sexo, a cada hora y en cada minuto, ¡y qué! Por eso es hora de que las mujeres comiencen a aceptar, arrepentida y públicamente, que a ellas también las afecta el incremento patológico del instinto sexual conocido como ninfomanía. Y a ver si lo van confesando rapidito, para ver si nos ponemos de acuerdo en que todos los seres humanos somos adictos compulsivos a nuestro impulso básico de reproducción: esa curiosidad que folclóricamente llamamos sexo.

Grandes Ligas
Mesalina: esposa del emperador Claudio competía con prostitutas de burdel.
Clara Bow: la hija Ardiente del Jazz. Las confesiones sexuales en las que se incluía un equipo entero de Rugby en una tarde acabaron con su carrera.
George Sand: amante de Chopin.
Madonna: el libro Erotica fue un completo shock para la cultura occidental.

Puro Vicio
Alcoholismo 20%
Drogas psicoactivas 18%
Trastornos en la comida 5%
Juego 3%
Sexo 2%

¿QUÉ TAN NINFÓMAMANA ES ELLA?

Detectar una ninfómana no siempre es fácil a primera vista. A veces es necesario explorar y ‘meterse’ en su cuerpo para encontrar la respuesta. Aunque existen algunos síntomas cotidianos que nos permiten dar con su paradero, lo cierto es que a la hora de afirmar “quién lo es y quién no lo es” se necesita de un exhaustivo trabajo de campo en el que el único lastimado puede llegar a ser nuestro cuerpo.

Por eso, para evitarle molestias, y fatigas, y apercollamientos de esa mujer que exige sexo siempre, siempre, siempre, hemos preparado el siguiente test para que no se diga que no se le dijo y no se le advirtió. Su pareja es

ninfómana si…

* Cuando usted le dice “siéntate”, ella se acuesta. SN
* Por alguna extraña razón la canción favorita de ella es la de “los amigos de tus amigos son mis amigos”. SN
* Cada vez que terminan de hacer el amor, ella bosteza. SN
* Cuando cruzan frente a un sex–shop a ella se le pone la piel de gallina. SN
* Los ‘quickies’ mañaneros cada vez son menos ‘quickies’. SN
* Cuando van al mercado ella se entretiene buscando los mejores plátanos, pepinos y salchichas suizas. SN
* Cuando está haciendo un test para una revista cualquiera, ella prefiere —antes que tachar cada respuesta con una equis—escribir un sexualísimo “XXX”. SN
* La última vez que le pidió sexo usted tuvo que —cansado de tanto tirar— dárselo diferido a 12 meses. SN
* La aspirina no le ha quitado a usted ese extrañísimo dolor de ‘cabeza’. SN
* Cuando juegan prendas con sus amigos, ella siempre se las arregla para perder. SN
* La película favorita de ella es… ¡Ramboooohh! SN
* Sus amigos dicen de ella que es una persona muy… ‘abierta’. SN
* El tipo de la droguería le muestra una sonrisa maliciosa cada vez que usted le pregunta si tiene curitas. SN
* Cada vez que ven una película triple equis ella le va contando la escena que aparecerá cuadro a cuadro. SN
* Sus vecinos han decidido regalarle un galón de 3 en 1 por aquello de los incesantes chillidos de su cama. SN
* La primera vez que se lo dio usted tuvo que pedir vacaciones por motivos de ‘fuerza’ mayor. SN
* Lleva tres días tratando de contestar este test debido a las constantes interrupciones sexuales que ella le ha hecho en los últimos cinco minutos. SN

Evaluación

De 0 a 4 respuestas afirmativas:
Aunque usted no está propiamente con la femme fatale que todos imaginarían, ella le está ocupando más tiempo del necesario. Si sus tardes de Play station y de partidos de fútbol por PSN son cada vez más escasas es hora de decirle, sin dudarlo y en medio de un ‘quickie’, “hasta la vista, baby”.

De 5 a 9
Usted se encuentra en el punto intermedio entre gozar con los buenos polvos que ella le ofrece y el cansancio que se evidencia en unos ojos ojerosos inocultables para sus compañeros de universidad o de oficina. Si el sexo desmedido con ella lo está agotando físicamente recuerde que a veces son válidas otras ayudas. Ensaye con un placentero ménage à trois, y que entre ellas se encarguen de darle un respiro.

De 10 a 16
Cuidado, usted se encuentra en el límite de estar al lado de una ninfómana. Recuerde que lo más malo de tener como pareja a una adicta al sexo es que todos sus amigos, con seguridad, lo estarán disfrutando.

17 afirmativas
¡Preséntela!

Fuente: http://www.soho.co/sexo/articulo/ninfomana-que-se-siente-tener-una-relacion-con-una                                -ninfomana/4149

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