La venganza de la dilatadísima novia samaria

María Pasión le trae un cuento erótico, perfecto para leer en pareja.

Te veo, después de tanto tiempo, y pienso en tu vagina. Imagino los pelos de tu pubis que se entretienen en seguir creciendo desafiantes, cubriendo ese hueco fantástico que tienes entre las piernas y que nunca has calculado lo mucho que puede estirarse. La cantidad inimaginable de objetos con los que lo conquisté.

Primero vinieron los plátanos, que juntos pelábamos cuando habías llegado al orgasmo y que nos comíamos entre los dos. Luego vino el termo del agua para el té. Termo que podía entrar con un poco de vaselina y con el que alguna vez hicimos una infusión de tu sexo. Todavía me estremezco. ¿Cómo pudiste abrirle la tapa con el chocho? Por suerte, el agua ya estaba tibia.

Después probé con mi puño, mis dos puños, y ya de premio pude introducir el mortero con el que trituraba los ajos. Luego caí en cuenta de que llevaba una cabeza de ajos dentro, perdóname.

Con cierta dificultad, pero con tu esfuerzo, conseguimos rellenar tu vagina con la jarra de leche de tu abuela, y todavía no sé cómo hiciste para que entraran tres litros de leche dentro de ti; pero lo cierto es que empezaste a coger olor a yogur por dentro y alguna vez expulsaste una cuajada en el instante de tu petite mort.

La prueba de oro fue la bandeja del restaurante de mi padre. A las nueve de la mañana empezamos con el asa, seguimos dilatándote hasta la extenuación hasta que te cupo. Movías tus caderas pidiendo más y de pronto, sin explicación, tu caverna digirió por completo la bandeja.

Nunca me permitiste sacar lo que te metí. Por eso me dediqué a guardar ahí mis cartas a mi abogada, mis corbatas italianas, la silla con la que me gusta meditar, los porros que me fumo los domingos, y hasta los álbumes de fotos de los primos cartageneros. Si necesitaba algo, a los diez minutos aparecía en perfecto estado y tibio.

Y tú, cada día te veías más hermosa de coleccionar mis objetos en tu vagina. Hoy, que te veo embarazada de otro, me pregunto si sacaste a tiempo la pistola que te metí más allá de tu útero cuando me cambiaste por mi hermano.

Fuente: http://www.soho.co/sexo/articulo/cuentos-eroticos-para-leer-en-pareja/47320

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