‘Hacerlo en seco’ es sinónimo de que los hombres olvidaron que están acompañados.
Señores, les juro que no tiene perdón pasar por alto un aspecto fundamental a la hora de ir a la cama: la lubricación. Me refiero, como es natural, a nuestra lubricación, la misma que permite que el aquello resulte placentero y no toda una tortura de la que queremos salir de afán, sin que ustedes se den cuenta. (Lea también: Con afecto, el sexo les gusta más)
Tienen que saber que esa “deliciosa” humedad, que ustedes perciben, no es producto del azar, sino de una respuesta fisiológica natural y que existen factores que pueden actuar en contra, mermando la cantidad del fluido o eliminando la respuesta que hace que se produzca.
No sé si tienen claro que “hacerlo en seco” es un desfiladero al dolor y, de paso, una de las causas, más justas, para decirles: paren.
No creo que ustedes sean conscientes de que, casi siempre, son los responsables de la sequía de la zona, por cuenta de sus afanes personalistas de tomar posesión del área, sacando en estampida eso que llaman excitación. (Vea: Las buenas encamadas, al ritmo de cada cual)
Deben entender que el tiempo que necesitamos para aportar en la cama la indispensable lubricación varía de mujer a mujer, y depende de factores como la edad, las ganas, la seguridad que experimentamos con nuestro cuerpo y la conexión que tengamos con él. En eso ustedes también influyen, cuando nos dedican tiempo y nos hacen saber que les gustamos.
Ahora: si a pesar de ser generosos con el tiempo y auténticos con sus caricias y arrumacos, a la hora del polvo el problema continúa, hay que revisar y ponerle solución.
Una visita al médico es necesaria; sin embargo, no sobra recordarles que varios estudios han concluido que 7 de cada 10 mujeres manifiestan mayor placer cuando usan lubricantes como parte del juego erótico.
Al parecer, estos se convierten en un recurso eficiente para ambos, que conviene invitar al catre.
Les cuento que el mercado ofrece una gran variedad de ellos, para todos los gustos y presupuestos. De todos modos, conviene conocerlos antes de adquirirlos, pues los hay a base de agua o silicona y en algunos casos pueden alterar el Ph vaginal, las características de los preservativos e incluso irritar. (Vea aquí: El tamaño del pene a veces sí cuenta)
Hay que dejar de lado el sufrimiento innecesario y usarlos con la certeza de que si durante el aquello les decimos alto y echamos mano del lubricante, lo más seguro es que a ustedes les sobró erección, pero se les olvidó que estaban acompañados. Hasta luego.