EL MAL POLVO NO ES ÉL, ES ELLA.

Por años les hemos exigido a los hombres rendir sexualmente en la cama, exigimos penes largos, eyaculación tardía, movimiento pélvico según como lo imaginamos, fuerza, firmeza, un pre-coito fabuloso, cero equivocaciones, los besos de forma especial para cada etapa del coito y como mínimo, un orgasmo.

Nuestra exigencia ha sido tan desquiciada que a pesar de todo su esfuerzo, hemos menospreciado su rendimiento por cosas que solo nos competen a nosotras. Llámenme loca, pero el orgasmo no depende de ellos, depende de nosotras.

Los hombres nos llevan siglos de ventaja en exploración sexual, hasta hace menos de 10 años se empezó a considerar normal ser mujer y no llegar virgen al matrimonio, cuando por el contrario en la antigüedad los hombres cumplían 14 años y eran llevados por sus padres a burdeles para que empezaran a conocerse sexualmente.

Hoy en día el conocimiento sexual de la mujer es bastante escaso. Al desperdicio genital de las mujeres en la antigüedad, súmenle lo agobiadas que están hoy en día, aun las creencias religiosas, la cultura y el “¿qué dirán?” siguen marginándolas y limitándolas. Hasta hace poco las mujeres se enteraron de que el squirt no era un mito, y adivinen qué, la mayoría ni siquiera ha intentado producirlo. No se masturban y discriminan a las otras por hacerlo, algunas han centrado su sexualidad solo en la genitalidad, fingen los orgasmos para que su pareja llegue rápido y “cortan los servicios” como chantaje, este último lo considero un auto castigo, si no te hace falta el sexo realmente estás haciendo algo mal.

Si hablamos de relaciones sexuales con hombres, algunas mujeres en verdad son “la cagada”. No saben moverse, no dicen frases sucias porque les da pena, prefieren la luz apagada porque no se aman tal y como son, no proponen posiciones sexuales, les incomoda ser morboseadas y lo que es peor, no morbosean. No gimen o gritan porque eso “no nace” y es para la exagerada, no masajean el clítoris durante el coito porque no saben que sin ello pocas veces consiguen un orgasmo, le dicen a su pareja que ya van a terminar porque ya están aburridas, mienten diciendo lo especial y lo delicioso que ellos lo hace, para luego, ir con sus amigas y descaradamente decir: “No me hizo llegar, es mal polvo”. ¡Puta madre, el mal polvo fue ella!.

Ahora bien, a ellas también las entiendo, la opresión cultural es bastante insoportable en muchos casos, sobre todo en los casos familiares, ¡A ningún padre le gusta ver a su hija comportarse como una puta! Y los hombres extrañamente prefieren mujeres con poca experiencia: “entre menos parejas sexuales ella haya tenido, más importante es mi pene” o “Los hombre necesitamos mujeres serias, esas que nos ayuden a triunfar”, pero y entonces, ¿Dónde queda el placer sexual de ellas?, ¿Dónde queda el auto-conocimiento? Y lo más importante, ¿Dónde quedan los sueños y la necesidad de triunfo de ellas?.

Pienso que las mujeres deberíamos exigirnos más a nosotras mismas y desmitificar tanta bobada. Si una mujer no se regala orgasmos, no puede exigírselos a él, ya que ella simplemente no sabe tenerlos. Mujer, si quieres una relación sana, aprende a encontrarte contigo misma, aprende a controlar tu cuerpo, tus emociones, tu pensamiento, tu vagina. Crea disciplina y ponte metas sexualmente, pues así como para tener una profesión necesitas prepararte por 5 años, para conocerte a ti misma también necesitas tiempo, cuando empieces ese camino comprenderás el desarrollo sexual de tu pareja hombre como una experiencia a adaptar a tus requerimientos, no como un falencia o un problema.

Cuando una mujer se conoce, el largo del pene no es un problema, sabrá que el placer vaginal llega hasta el punto g y que el punto g está a escasos centímetros de profundidad. Tampoco será un problema lo que él tarde en llegar, logrará conseguir sus orgasmos a los 5 minutos de penetración y lo que es mejor, sabrá conseguir muchos más consecutivamente. Cuando una mujer se conoce entiende que la forma del pene de su pareja no es un problema, por el contrario moldea sus curvas con diferentes posiciones sexuales y promoviendo movimientos controlados que le permiten una estimulación perfecta.

Cuando una mujer se conoce el orgasmo deja de ser tarea de él, entiende que la única persona capaz de controlar su cuerpo eres ella y que si no llega al orgasmo, la culpa no es de su pareja, la culpa es de ella.

Fuente: http://lincyacosta.com/2016/08/el-mal-polvo-no-es-el-es-ella-lincy-acosta/

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