Los piercings genitales

Los piercings genitales son, para algunas personas, sinónimos de placer y los utilizan para favorecer la sexualidad y aumentar la intensidad de las sensaciones. Para otras personas, se trata sólo de una simple fantasía estética. Sin embargo, el piercing no es una práctica anodina. ¿Qué zonas del cuerpo pueden ser perforadas? ¿Es doloroso? ¿Cómo se escoge el profesional? A continuación te damos respuesta a algunas de las dudas más corrientes.

Los piercings genitales masculinos
– Didoe o Dydoe: se coloca una barra a través del borde de la base del glande. Generalmente se suele practicar en hombres circuncidados, a menudo doble.
– El Príncipe Alberto: es el más practicado. Es una joya que se coloca en el extremo del pene. Penetra en la uretra y vuelve a salir al lado del frenillo, bajo el glande. Se suele poner un aro, pero también se puede poner una barra curvada.
– Ampallang: se trata de una barra que atraviesa el glande en sentido horizontal, más o menos arriba, en función de si se quiere atravesar la uretra o no. Es delicado de poner debido a los tejidos cavernosos.
– Frenillo: lo más habitual es colocar una barra. También se puede poner un aro a modo de anillo en la base del glande.
– Guiche: se colocan una o más barras sobre la parte situada entre el escroto y el ano.
– Hafada: es un piercing que se coloca en la piel de los testículos. También se puede perforar todo el saco escrotal.
– Foreskin o Prepucio: se colocan uno o varios aros a los largo del sexo.
– Apadravya: se trata de una barra que atraviesa verticalmente el glande. Es muy delicado de poner debido a los tejidos cavernosos.

Los piercings genitales femeninos
– Capuchón del clítoris: se atraviesa horizontal o verticalmente el capuchón que cubre el clítoris con un aro o una barra. Es una fuente de placer gracias al frotamiento del piercing sobre el clítoris.
– Clítoris: un aro o una barra atraviesan el clítoris. Se practica muy poco, ya que necesita una morfología particular y puede disminuir las sensaciones con el tiempo.
– Labios: se colocan uno o varios aros en los labios (mayores y/o menores). La cicatrización es rápida. Este piercing aumenta las sensaciones.
– Horquilla: se trata de un piercing reciente. Consiste en perforar el lugar donde los labios menores su unen bajo la vulva.

Un poco de historia sobre los piercings
La historia del Príncipe Alberto es la más conocida. Según la leyenda, este piercing vendría del marido de la reina Victoria. El Príncipe Alberto habría llevado un aro en el extremo del pene para mantener su miembro de lado, unido al muslo con un gancho cosido en los pantalones. Todo debido a que la moda estaba centrada en pantalones extremadamente ajustados, combinados con un redingote abierto. El piercing en el frenillo fue destinado a los monjes. Para prohibir totalmente las prácticas sexuales, ¡les colocaban un candado en la base del glande! Lo mismo ocurre con el Foreskin, que se practicaba en los esclavos de los romanos para obligarlos a la castidad. Por último, en los árabes, el Hafada se practicaba en los niños, en el ritual de paso de la adolescencia a la vida adulta, en el lado izquierdo.
Respecto a los piercings genitales femeninos, el piercing de los labios menores también encuentra su origen en los romanos, que perforaban a sus esclavas para evitar que tuvieran relaciones sexuales. Los dos labios perforados se unían entre sí.
Más recientemente, se atribuye el piercing genital femenino a las prácticas sadomasoquistas.

¿Por qué ponerse un piercing?
Se suelen dar razones estéticas, pero, para las mujeres, perforarse el capuchón del clítoris, a menudo deriva de una búsqueda de nuevas sensaciones. Igual que el Didoe para el hombre, que, colocado sobre una zona erógena, aumenta el placer en ambos. Algunas fuentes afirman que el Kama Sutra también hace referencia a este tipo de joya.
El piercing genital femenino aparece en algunas mujeres como una afirmación de la identidad personal, en la que el cuerpo es un lugar de expresión de sí misma.

¿Y duele?
El dolor es subjetivo y depende en gran parte de cada persona. Por lo tanto, es muy difícil decir si va a doler o no.
Según los profesionales, el Príncipe Alberto es el menos doloroso y cicatriza más rápidamente, mientras que el didoe es el que más hace sufrir. En todos los casos, no hay que olvidar que se trata de una modificación corporal y que, por lo tanto, no hay que tomárselo a la ligera. Puede tener consecuencias importantes. El piercing del clítoris se practica muy poco, ya que puede provocar una pérdida de sensibilidad si no realiza correctamente.

Consejos a seguir escrupulosamente
Si quieres hacerte un piercing genital, acude a un profesional de verdad. No dudes en inspeccionar las condiciones de recibimiento, pide visitar el centro, comprueba que utiliza guantes, que el material es de un solo uso… Los precios suelen ser elevados (de 85 a 150 €), ¡porque en esto también se nota la relación calidad-precio!
Recuerda que entre un 10 y un 20% de los piercings se complican con una infección local y que siempre son posibles los rechazos (sobre todo en los piercings genitales). Así que, ¡sé prudente!

Fuente: https://www.enfemenino.com/sexualidad/los-piercings-genitales-s484666.html

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