La ropa interior femenina tiene un fuerte atributo a la hora de mover las fichas en el juego de la intimidad. Es un embellecedor, no solo de…
Isabel tiene ligeramente prohibido el uso de ropa interior diferente a la blanca o la negra. A su esposo solo le gustan las prendas de este color. Por eso, cuando se acercaba la fecha de su matrimonio cambió por completo el cajón donde guardaba sus calzones y brasieres. El tono dicromático de su guardarropa no le importaba, solo quería complacer a su esposo y en realidad, la oferta de ropa interior de estos dos colores es bastante amplia, así que tiene de todos los estilos, pero en uno de estos dos tonos.
Clara compra ropa interior cada 15 días. Le gustan las prendas atrevidas, las que tienen tiras de diferentes formas en el escote, las tangas con doble hilo en la cadera, las que se desatan con facilidad, las que se abren con solo desajustar un botón, las de color rojo, las de satín dorado, las de encaje y por supuesto los ligueros. Se podría decir que colecciona ropa interior porque, además de necesitarla para hacer su trabajo, disfruta escogiendo su próxima compra.
María Alejandra manda a estampar sus calzones. Específicamente sus cacheteros. Le gustan los mensajes directos y en inglés, “All yours” (Toda tuya), “Let’s have a party!” (¡Vamos a dar una fiesta!), “Your favorite place” (Tu lugar favorito) y cuando celebra una fecha especial con su novio le sube el tono a las frases. “Insert here” (Inserte aquí), por nombrar las más contenidas. No todas sus prendas son personalizadas, también tiene tangas gruesas, tops, muchos accesorios que busca por comodidad. Detesta la ropa que la hace sufrir, como los hilos muy pequeños, por eso es una compradora consagrada de cacheteros.
Tres mujeres, con diferentes formas de relacionarse con la ropa que lucen en la intimidad, que revelan que cada mujer acude al tipo de prenda que se ajusta más a su personalidad. Sin embargo, la determinación a la hora de escoger su próximo brasier o tanga está, en la mayoría de los casos, ligada a la percepción de la pareja sobre esta elección. No en vano, la oferta femenina es considerablemente más amplia que la de los hombres, pues a la mujer se le ha encargado el juego de la seducción con su cuerpo, mientras que el hombre, desde una posición más cómoda y observadora, disfruta los atributos del encaje, el satín y los colores, especialmente el rojo y el negro.
En algún punto de la historia tendremos que levantar al hombre de su confortable mecedora.
Un estudio publicado por el European Journal of Psychology arrojó una predilección de los hombres por fotografías de mujeres con vestidos rojos. Además, los hombres indagados querían preguntar más sobre la vida amorosa de las mujeres que vestían este tono, que las que llevaban ropa azul o verde.
Evidentemente los colores catalogados como “prácticos” generan menos recordación en la pareja comparado con los colores vibrantes. El gris, el piel, el beige, el café, son tonos que por lo general las mujeres escogen para combinar con alguna prenda exterior. Pero a la hora de llevarlos a la cama, la sugerencia es ¡cámbielas! Nada más repulsivo que la ropa del mismo tono de la piel de la mujer. Las prendas que revelan pereza, exceso de comodidad y falta de ganas ¡repele hasta al espejo! El sexo es un juego lleno de fichas de seducción, saberlas usar es un talento que se puede ir cultivando. Ojo, hablo para hombres y mujeres, pero, en este caso específico el tema nos remite a la seducción que puede generar la mujer con la ropa interior. Ya hablaremos del caso masculino, y especialmente los aconsejaremos.
Una mujer que está a gusto con la ropa íntima que lleva puesta reflejará mucha más confianza a la hora de quitársela que una mujer que luce una prenda poco llamativa. La ropa interior hace parte de la propuesta de seducción pero no solo porque se busque agradarle a la pareja, sino porque la mujer se siente atractiva cuando lleva ropa que le gusta y esto se refleja en su actitud, y la actitud, señoras, ¡es un embellecedor incomparable!
El mercado de la ropa interior es uno de los que más ganancias arroja. Por ejemplo, el brasier fue el producto que más crecimiento tuvo en sus ventas en 2014 en el país, con el 16%, según el estudio de Raddar e Inexmoda. La ropa íntima femenina generó ventas por 2,1 billones de pesos en el país, mientras que la masculina arrojó $1,3 billones.
La marca Tania desglosa las cifras de una prenda de alto consumo. Las preferencias de las mujeres a la hora de adquirir calzones se centran en las tangas. 48% son brasileras y 21% de las unidades son cacheteros. Aunque estos últimos son considerablemente más cómodos, las tangas se imponen porque no se marcan debajo de la ropa y suelen estar más asociadas a la sensualidad que los cacheteros. Pero, muchas mujeres lucen mejor con uno de estos, que deje la mitad de sus nalgas al descubierto que con un hilo que exhiba toda la piel. Lo importante es encontrar las prendas que además de belleza y sensualidad le otorgan a la mujer ese nivel de confianza para sentirse encantadora con lo que tiene, lista para despojarse de cualquier tipo de manual y entregarse al sexo sin instrucciones.
Ilustración: Kike Pulido
. Cada tres meses es el promedio de compra de ropa interior de las mujeres colombianas.
. Las compras de ropa interior femenina se concentran en Bogotá y Medellín, donde se acumula el 48% del total nacional.
. El promedio de precio de una prenda íntima femenina es de $16.972.
. En octubre, noviembre y diciembre la venta de ropa interior aumenta considerablemente.
. La prenda que más compran las mujeres son los panties, tipo tanga o cachetero, porque esta prenda tiene una vida útil más corta que un brasier.