La libido es una cualidad etérea, volátil, caprichosa y de gustos imprevistos y cambiantes que viene, va y, afortunadamente, puede recuperarse, a continuación te presentamos algunos casos de como estas mujeres cambiaron un problema y lo transformaron en un aumento de Libido y deseo sexual
“Tenemos poca conciencia de nuestros genitales y, generalmente, solo los sentimos cuando tenemos relaciones sexuales o cuando nos molestan, pican o están irritados”, comenta Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, “por eso los ejercicios de Kegel son un buen método, no solo para mantenerlos en forma sino para tenerlos más presentes. Para pasar unos minutos diarios con ellos, para tener una ‘conciencia de vagina’. Una fórmula que yo empleo para temas de anorgasmia o falta de deseo es unir estos ejercicios con el poder de la fantasía. Recrear o inventarse situaciones eróticas perfectas para nosotros. La unión cuerpo-mente es una de las más poderosas porque ambos aspectos se retroalimentan y son muy efectivos para ponernos en modo sexual”.
Lo que se pierde con la falta de libido es esa excitación que colorea la vida cotidiana, ese elemento que añade algo de misterio, de argumento a nuestra existencia. Los días sin deseo son planos, previsibles, laborables.
Carmen (43 años, Barcelona) conocía bien esos días, llevaba años conviviendo con ellos en una relación de pareja que había entrado ya en la fase en la que el sexo era algo esporádico. “Jamás pensé que tuviéramos ningún problema”, apunta Carmen, “todo seguía el guión previsto y perpetuado por miles de parejas y por nuestros conocidos. Con los años y la convivencia las ganas cada vez son menos y las relaciones se reducen a los primeros días de vacaciones, las noches en las que se bebe más de la cuenta o las celebraciones señaladas. ¿Qué vas a esperar cuando ya llevas ocho años casada?”.
A través del trabajo Carmen conoció a alguien que la sedujo, aunque en un primer momento no cumplía, ni de lejos, con sus expectativas o requisitos más básicos. “Cuando pienso en cómo acabé teniendo un affaire, que duró unos meses, con esa persona no me lo creo porque no era para nada mi tipo. Pero luego creo que esa misma característica fue lo que hizo que yo me soltara tanto en el terreno sexual. Si me hubiera gustado más, seguramente hubiera tenido problemas del tipo: “no soy lo suficientemente buena para él”, “estoy ya muy mayor o me sobran unos kilos”; o me hubiera comido el coco pensando que era el hombre de mi vida y tenía que dejar a mi pareja. Nada de eso ocurrió, solo buen sexo y la resurrección de la libido, que yo creía ya muerta o en estado de letargo. Y, por supuesto, que alguien se fijara en mí en ese aspecto fue un masaje para mi autoestima.
“A veces despertar el deseo en otro, que te elijan, es un detonante mucho más poderoso que elegir a alguien nosotros mismos”, afirma Francisca Molero. “Hay mucha gente que llega a la consulta quejándose de la falta de ganas, cuando en realidad no tienen ese problema. Lo que ocurre es que confunden la falta de deseo con la falta de deseo espontáneo. Éste último es el que hay en la adolescencia o cuando nos enamoramos. Estamos todo el día pensando en el otro y queriendo estar a su lado. Lo más común, sin embargo, es que el deseo esté ahí pero haya que despertarlo un poco. Alguien se acerca y, con la excitación adecuada, aparece el deseo. Los que realmente han perdido la libido no reaccionan a ningún estímulo”.
Amalia, 35 años (Palma de Mallorca), aborda el tema con mucha delicadeza y hasta cierta vergüenza, porque “reivindicar de alguna manera el hecho de estar en paro no parece, en principio, muy razonable en los tiempos que corren”. Una vez aclarado que, en cierta manera, se considera una privilegiada y que su despido laboral no la dejó desvalida sino con una aceptable prestación por desempleo y un marido trabajando, Amalia empieza a soltarse. “Yo trabajaba en el mundo de la publicidad y las relaciones públicas y tenía un cargo medio-alto, lo que significaba que incluso en mis días libres mi móvil estaba encendido por lo que pudiera pasar. La empresa en la que estaba empezó a reducir personal con la crisis y el ambiente se deterioró mucho: estrés, presiones, miedo a que te echaran. Y una aguanta porque dejar el trabajo es una idea arrogante que no se le ocurre a nadie, aunque tenga medios de sobra para vivir. Tras un año muy estresante me despidieron. Lo viví como un alivio porque me quedaba paro durante bastante tiempo. Desde el primer momento pensé que no quería volver al mundo laboral sino montarme mi propio negocio, pero antes me tomé unos meses de descanso”.
“Esa sensación que tienes el primer día de vacaciones, de liberación, de la perspectiva de los días libres para hacer lo que a uno le apetezca, la tuve yo durante tres meses. De repente, tenía tiempo para todo: para cuidarme, para ir a la peluquería, para vestirme de forma más divertida o cuidada, para comprar Lencería, para salir a cenar con mi pareja, para llevar a mi hija al cine o al parque después del colegio. Sin preocupaciones y relajada por primera vez en mucho tiempo, mi libido aumentó considerablemente y me veía tomando la iniciativa, algo que solía hacer al principio de nuestra relación”.
“El deseo es una actitud mental, un estado que tiene mucho que ver con nuestra forma de ver la vida (botella medio llena o medio vacía) y con la situación que nos rodea”, apunta Molero. Es también, en cierta medida, un lujo. Una energía extra que aflora cuando las demandas básicas están ya cubiertas”.
Maribel, 54 años, (Madrid), encontró el espacio perdido cuando su hijo se marchó a trabajar a Londres. Antes de eso, el chico vivía con ella, que estaba divorciada. “Hacía tiempo que había empezado a salir con un hombre, más o menos de mi edad. Por circunstancias familiares era más fácil que nos viéramos en mi casa que en la suya, pero con mi hijo por medio no había mucha intimidad. Yo se lo expliqué a él, pero creo que en su cabeza no entraba la idea de que su madre, con cincuenta y tantos, tuviera ese tipo de necesidades o relaciones. Nos pilló varias veces haciendo ‘manitas’ en el sofá y tenía la mala costumbre de entrar en mi cuarto sin llamar. Inevitablemente una empieza a pensar que es una mala madre y que se ocupa más de sus aventuras que del confort de su hijo, así que empecé a limitar las visitas. No puedo decir que aquello acabara con mi libido –a la que comparo a menudo con el ave fénix, que renace siempre de sus cenizas- pero si que ésta vivió una notable liberación y mejoría cuando mi chico se fue al extranjero. Ahora estoy deseando que venga a casa a verme”.
En estos casos podemos confirmar , que es la Libido , y el aumento del deseo , va acompañado con muchos Factores , como La intimidad , las emociones o la idea de salir de la rutina , para mantener un deseo sexual alto debes reconocer los factores que lo están disminuyen y atacarlos , Juega con tu pareja , utilicen juguetes sexuales , vibradores , esposas o tapa ojos , esto permitirá dejar a un lado un poco la rutina
Igualmente recuerda que también puedes agregar a tu dieta un Suplemento para el aparato reproductor , esto permitirá una mejora de la actividad sexual , también puedes probar con un Estimulante femenino , y tranquila que a todos nos pasa!
Fuente: https://smoda.elpais.com/placeres/cuatro-mujeres-desvelan-truco-recuperar-deseo-perdido/