Tratar de encontrar una relación clara entre amor y sexo es complicado. ¿Quién entiende que tradicionalmente a las mujeres se les inculca que el amor es un requisito para el sexo? No se rían, eso todavía pasa; es más, seguramente a usted le ocurrió.
A los varones, por el contrario, casi se los empuja, desde niños, a que tengan experiencias sexuales con o sin amor.
Feminista no soy, pero este argumento, que diferencia a hombres y mujeres, es una estupidez. Aun cuando el sexo prematrimonial es cada vez más aceptado, por liberales que sean las parejas siempre buscan algún tipo de afecto, así sea para sentirse moralmente cómodos y,-¿por qué no?- hasta bien portados.
Esto nada tiene que ver con el sexo casual o el relacional, que existe: hay parejas que no se quieren, pero que se mantienen gracias al sexo; también están las que se aman profundamente, y no por eso andan haciéndolo hasta en la mesa de un restaurante.
De hecho, ni siquiera se preocupan por ver al sexo como la base de su interacción. Y en ambos casos, con amor o sin él, los polvos pueden ser mecánicos, impersonales y ligeros.
Claro que no faltan moralistas que critican y condenan al fuego eterno a quienes practican este sexo impersonal, pues piensan que se disfruta mucho más bajo las sábanas si el polvillo lleva implícita la perspectiva de que a punta de cama se logre sembrar amor.
Dejémonos de bobadas: así no se construye ningún sentimiento; por el contrario, se puede salir herido y con un sentimiento de culpa terrible, por haberse ido a la cama buscando que el amor brote mágicamente en cada orgasmo.
Por eso es mejor que quien se lanza al sexo casual lo asuma como tal y lo vea como una experiencia placentera.
Así me tilden de mojigata, cuando hay amor de por medio, aun cuando uno esté furioso con su pareja, después de aquello no hay mayores resentimientos. A mi juicio, esto permite que el involucramiento sexual se dé de manera más natural, contrario al sexo casual, que se presta a malos entendidos.
Así como hay que respetar la decisión de muchos de acostarse solo por placer, también hay que entender a las parejas que no incluyen el sexo, por razones que van desde ideológicas o religiosas.
Cada persona es dueña de sus valores y de sus creencias. Eso es lo que cuenta al final y lo que permite que el sexo sea gratificante. Aquí también cabe la posibilidad de mandar al diablo a quien presiona a hacer lo que no se quiere, así para lograrlo digan amar. Hasta luego.