Nadie pone en duda los beneficios que dejan a la salud, el estado de ánimo y la vida.
Si quieren mantenerse jóvenes, métanse esto en la cabeza: además de hacer ejercicio, de no fumar, de no tomar en exceso, de no engordar y de no consumir grasas trans, hay que encamarse tres veces a la semana, como mínimo.
David Weeks, neuropsicólogo del Hospital Real de Edimburgo (Escocia), estudió durante diez años a miles de personas de distintas edades, integralmente.
Y un día, hace poco, concluyó que aquellos que mantenían una apariencia más juvenil eran los que habían tenido, en promedio, tres relaciones sexuales por semana.
Ahora, como toda investigación, la de este inquieto científico también tiene su bemol. Recomienda no decaer con esta intensidad después de los 40 años. Lo malo es que todos, salvo que se tenga el aguante de Nacho Vidal, tienden a flaquear, pasada esa edad.
Antes de que se desanimen déjenme decirles que también hay otros estudios que dicen que el promedio de encamadas a esas edades bordean los dos por semana, en el mejor de los casos. Y eso está más que bien.
Ahora, si me lo preguntan, pienso que nadie tendría por qué preocuparse o angustiarse por un asunto de números. Si se trata de exhibir investigaciones, también las hay que validan la calidad por encima de la cantidad.
Un polvo con todas las de la ley compensa, de lejos, las sequías temporales y supera las malas encamadas que, para ser honestos, son muy frecuentes.
Nadie pone en duda los beneficios que las encamadas genuinas nos aportan de los pies a la cabeza, y no solo en la apariencia, también en el funcionamiento de todos los órganos.
En cambio, el estrés y la tensión que pueden rodear la obligación de no alterar la estadística sí que son dañinos. Que quede claro que esta no es una disculpa, porque es bien sabido que entre más sexo se tenga, mucho mejor.
Sin embargo, y para que se queden tranquilos, diré que el mejor promedio es aquel con el que cada cual se sienta mejor. Punto.
La sexualidad está para gozarla y vivirla con naturalidad; meterla en una camisa de fuerza es atentar contra su naturaleza. Así que nada de cifras y a disfrutar. Hasta luego.