El temor al rechazo es uno de los problemas más grandes que enfrenta una persona. Sigue estos consejos para superar este mal
De los errores e intentos fallidos siempre se aprende aunque duelan un poco, pero la inacción temerosa sólo deja a su paso frustración y duele siempre, dejando en nuestra vida -cómo bien dice el tango un puñado de sueños e ilusiones rotas.
“Esta frustración resulta especialmente demoledora en el terreno del amor, dónde los rescoldos de las oportunidades perdidas y los deseos inconfesados, no se apagan fácilmente, y vuelven a la cabeza y sobre todo al corazón una y otra vez”, señala la poetisa, profesora de yoga y terapeuta transpersonal Francisca Cuenca.
“¿Cuántas personas sienten una punzada de dolor cuando ven pasar a la que podría haber sido su pareja del brazo de otra u otro?”, se pregunta la experta.
“¿Cuántos viven en silenciosa desesperación al revivir el prometedor contacto con otra persona que parecía y prometía ser el amor de su vida y que, sin embargo, siguió otro camino, porque sus labios no pronunciaron las palabras que su corazón gritaba?”, sigue preguntándose Cuenca.
Por ello esta experta aconseja que hay que abordar los problemas amorosos desde la óptica de la literatura y de la terapia- “si uno siente que se ha cruzado con alguien que le hará feliz, ¡ha de intentarlo, ha de intentar unir su vida a la de esa persona!.
“Si la respuesta de esa persona es sí, habrá iniciado una de las mejores etapas de su vida, y si su respuesta es no, tendrá la satisfacción de haberlo intentado y la tranquilidad de que esa persona no era para usted. ¡Todo está bien!”, señala.
Según Cuenca, “esa persona que colmará nuestro amor ya llegará, pero no podremos verla aunque pase delante de sus narices si todavía seguimos “enganchados” con aquella otra, o aquellas otras, con quienes habríamos deseado forma pareja, pero a las cuales no intentamos conquistar por miedo o vergüenza”.
Según el psicoterapeuta estadounidense Ronald Potter-Efron, autor de numerosas investigaciones sobre como superar la vergüenza y de un libro que precisamente lleva el nombre de esa emoción, la reacción inicial de una persona avergonzada ante otra consiste en desviar la mirada, aunque existen otras formas de alejarse, como permanecer emocionalmente inaccesible.
Mirar la vergüenza de frente
Lo primero que hay que hacer es analizar ese sentimiento tan limitante que nos hace timidos, porque una vez que se saca a la luz y se enfrenta al igual que cualquier miedo o temor, se reduce, pierde poder sobre nosotros e incluso desaparece por sí solo.
Para ello, hay que observar la emoción haciéndose estas preguntas: ¿la crítica me hace sentir mal pese a que he actuado bien?. ¿He sido crítico conmigo ante un fallo insignificante? ¿Critico más a los demás cuando me siento desdichado? ¿Algunas faltas que critico en los demás son las mías propias?.
También es conveniente analizar nuestras reacciones cuando nos sentimos juzgados. “Respire profundamente, y al soplar el aire, deje que los sentimiento salgan con éste, mientras describe mentalmente lo que está sintiendo”, aconseja el experto.
Para desactivar la vergüenza desde su raíz, el psicoterapeuta Potter-Efron también sugiere sobre cómo afecta nuestra autoestima: ¿Se ve reflejado en alguna de estas frases?: “no merezco que me quieran”, “algo en mí va mal”, “soy una carga”, “merezco que me abandonen y me critiquen”.
Además, el experto aconseja escribir un texto explicando nuestras cualidad y virtudes, o al menos las cosas positivas y todo lo bueno que los demás consideran que tenemos. Es una manera de neutralizar la vergüenza, un sentimiento que, según Potter-Efron, origina actitudes y percepciones dolorosas acerca de nosotros mismos y que a menudo son inciertas.